La minería a cielo abierto

El creciente aumento en la demanda internacional del oro y otros metales ha disparado el interés de las multinacionales del sector por un nuevo tipo de formas de explotación de los recursos muy poco respetuosas con el medio ambiente.

La minería a cielo abierto remueve la capa superficial del terreno para hacer accesibles grandes cantidades de mineral de baja ley, que en el pasado fueron considerados como no rentables por su escasa proporción de mineral de calidad. En un corto período de tiempo puede modificarse totalmente la orografía de una región haciendo rentable, por ejemplo, la explotación de unos pocos gramos de mineral por tonelada de material removido.

La minería a cielo abierto utiliza ingentes cantidades de agua y sustancias químicas de elevada toxicidad como el cianuro de sodio en el caso del oro o el ácido sulfúrico en el del cobre. Además, las actividades de este tipo de minería comprenden diversas etapas, cada una de las cuáles conlleva impactos ambientales concretos, durante: (a) La prospección y explotación de los yacimientos, (b) La preparación de las minas, (c) La explotación minera y (d) El posterior tratamiento de los minerales obtenidos a fin de obtener una producción rentable para su comercialización.

La minería a cielo abierto dispara los beneficios de unas pocas corporaciones transnacionales, pero supone un perjuicio más que evidente a nivel social, enfrentando a las poblaciones y ambiental, por los graves riesgos que entraña para la salud humana y el entorno natural.

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